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El cementerio de los ingleses

Roro y vuelta al pasado

En lugar de enseñar a coser en las escuelas, como se hacía en la época de mi madre, aprovechan esta peligrosa tendencia en las redes

Publicado: 28/07/2024 ·
18:14
· Actualizado: 28/07/2024 · 18:14
Autor

John Sullivan

John Sullivan es escritor, nacido en San Fernando. Debuta en 2021 con su primer libro, ‘Nombres de Mujer’

El cementerio de los ingleses

El autor mira a la realidad de frente para comprenderla y proponer un debate moderado

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Que Internet y las redes sociales son el caldo de cultivo para que cualquier contenido se extienda, como un reguero de pólvora, no es nada nuevo para nadie. Promocionar un productor, expandir una idea, compartir información (y desinformación)... cualquier cosa que necesite difusión masiva se verá convertida en unos y ceros que pasarán de dispositivo a dispositivo. Como no podía ser de otra manera, las distintas ideologías políticas y sociales, también usan este vehículo para llegar al mayor número de personas posible. Tanto es así que una joven, Roro, ha aprovechado la corriente tradwife para hacerse famosa, ganar dinero... y dar aliento a los que pretenden volver a encerrar a las mujeres en la cocina.

El fenómeno tradwife consiste en la difusión de contenido vendiendo la idea de la esposa tradicional (trad de tradicional, wife de esposa) que se queda en casa atendiendo las tareas domésticas y a la familia, siendo su cónyuge masculino el objeto de su esfuerzo y abnegación. Por ejemplo, Roro hace de todo para su novio Pablo aunque todo esto no sea más que un producto de marketing: en el momento en que ella tiene tanto seguimiento como para tener más de treinta millones de visualizaciones en cada vídeo, las marcas le pagan por publicidad y se convierte en un trabajo. Ahí se rompe ese estereotipo de tradwife, aunque sus seguidores lo pasan por alto.

Roro (su personaje) representa el ideal de hombres nostálgicos de otras épocas (machistas, digamos las cosas claras), incapaces de ser adultos funcionales y autosuficientes (es decir, niñatos tengan la edad que tengan) y a los que les pone la voz aniñada que ella imposta en cada uno de sus vídeos (probablemente haya algún tipo de fantasía relacionada con una presencia infantilizada, algo que empieza por pedo y acaba por filia). Vamos, hablando claro, esta chica se ha convertido en la musa de machistas, sueño de inútiles domésticos, inspiración onanista parar pajilleros varios... la ultraderecha actual ha encontrado a su nueva Celia Gámez aunque esta última era un perfil diferente de musa.

De nuevo, cobra importancia el conocimiento del pasado para identificar el leit motiv de este fenómeno que en nuestro país personifica Roro. En lugar de enseñar a coser en las escuelas, como se hacía en la época de mi madre, aprovechan esta peligrosa tendencia en las redes. El último ataque ultraconservador contra el feminismo es la viralización, la asociación de números con éxito: si muchos te siguen y quieres ser influencer, este es el camino. Igual que muchos votan en contra de sus intereses cuando son asalariados y votan a partidos neoliberales, ahora tú, mujer, vas a crear contenido que atenta contra tu propia libertad y tus derechos adquiridos al heredarlos de quienes los conquistaron. Ya no te adoctrinan en la escuela porque ahí atiendes menos, pero TikTok e Instagram son sus nuevas armas.

En resumen, lo que no lograron con ataques a referentes feministas, con opresión, con violencia de género ni con discursos contra el supuesto movimiento woke, lo buscan ahora con la fama de una chica que hace vídeos en Internet y las babas de muchos aspirantes a Pablo. Y con lo perdida que está una generación cuyo mayor referente educativo son vídeos de Internet. Podría decirse que la máquina del tiempo con la que tanto se ha fantaseado ya se ha inventado. La vuelta al pasado ya está aquí.

 

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