Darwin, calienta que sales

Publicado: 29/04/2024
Autor

Francisco Palacios

Palacios es matemático y programador. Publicó su único libro hace ya unos años y sigue siendo el autor más leído de su calle

El pobrecito hablador

Escribo sobre lo que me gusta, pero sobre todo sobre lo que me disgusta, como un grito desesperado para no ganarme una úlcera

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Ahí los tenemos, negando la esfericidad de la Tierra, o la llegada del hombre a la Luna
La teoría de la evolución es uno de los mayores edificios intelectuales de la Historia del conocimiento humano. Darwin se enfrentó a toda la cultura creacionista de su época para construir un modelo que casa de manera perfecta con lo que la experiencia nos dice, con lo que la razón nos dicta.

Uno de sus pilares es la selección natural. Darwin postuló que las especies evolucionan debido a un proceso donde los organismos con características más favorables para su entorno tienen mayor probabilidad de sobrevivir y reproducirse. Con el tiempo, estas características deseables se vuelven más comunes en la población.

Por ejemplo, podemos imaginar a un grupo de monos recogiendo frutos del suelo, cuando uno de ellos da la voz de alarma, al notar la presencia de un depredador. Todos huyen. Bueno, todos no, porque el mono idiota, el tonto del grupo, piensa para sí que aún le da tiempo de recoger algunas frutas más. Las consecuencias son evidentes: el mono tonto pasa a ser el almuerzo de un depredador. En la Naturaleza, el tonto perece.

Pero hete aquí que, en nuestra sociedad, eso no sucede. El tonto no tiene depredador natural, navega entra los ciudadanos, en buena parte de las ocasiones, haciendo gala de su falta de seso, de la torpeza de sus razonamientos y de sus carencias cognitivas. Además, suele estar protegido, porque el Estado del Bienestar no deja atrás a nadie. Se le facilita el acceso a los estudios, siempre tienen un cupo en el que encaja como un guante. Tiene toda la protección necesaria para que acceda a un puesto de trabajo en el que, como afirma el Teorema del Tonto, ascenderá hasta alcanzar su máximo grado de ineptitud. Tendrá descendencia, en la que perpetuará su carga genética.

Ahí los tenemos, negando la esfericidad de la Tierra, o la llegada del hombre a la Luna. Los puedes ver afirmando que en el Polo, da igual el Norte o el Sur, existe un portal dimensional con el que el Gobierno se ahorraría una pasta con lo de los viajes del INSERSO. Beben lejía, porque Fleming y todo el resto de científicos del mundo se equivocan. Le hacen fotos al cielo, intentando demostrar que nos fumigan. Se ríen de los acentos de la gente, odian al distinto, no respetan los valores democráticos de los que nos hemos dotado todos. Incluso llegan a ser líderes de opinión, presiden partidos y comunidades autónomas.

Darwin, calienta, que sales.

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