A cualquier partido que se precie se le pueden hacer mil lecturas diferentes. Todas aceptables, respetables y, porque no, todas ellas opinables. El fútbol funciona así, en su grandeza y en su miseria todas y cada una de las apreciaciones entran dentro del llamado deporte rey. “El fútbol es así”, como dirían otros.
Palabras y frases que van describiendo realidades y que de una forma u otra dan con la interpretación de noventa minutos. Todo ello es subjetivo, dependiendo del color con que se mire y con la camiseta que te enfundes. Todo eso podría estar dentro de la literatura. En cambio, en otra asignatura bien diferente, las matemáticas, la ciencia exacta, es veraz, contrastada y real. Fría como ella misma, pero indiscutible. Ante ella poco o nada vale refutar ni discutir.
El dicho de “una buena defensa es un buen ataque” se rompe sin remisión tras escudriñar los guarismos que arroja este Racing Portuense. Números preocupantes, al menos, en estos seis partidos disputados. Los goles, al igual que las inercias son cambiantes, pero, de igual modo, disputadas tres jornadas como local y tres como visitante, empiezan a dibujar y a perfilar a un equipo que denota argumentos positivos, que los tiene, como negativos, que brillan y empobrecen el resto.
Hay datos reveladores y elocuentes que describen el panorama racinguista y que sobresale por encima de todos: la falta de gol. Es el gran mal endémico de este equipo, pero no el único ni determinante. La carestía de anotaciones viene principalmente de la ausencia de ocasiones fundamentalmente, de la falta de acierto y de la dificultad que entraña encontrar alguna jugada más o menos orientada a la zona ofensiva.
Demasiados jugadores detrás de un balón. La falta de profundidad y de orden en la zona media, imposibilita llevar el balón jugado desde donde se debe fabricarse las jugadas de ataque.
En seis partidos ha conseguido marcar en dos ocasiones, o lo que es lo mismo un gol cada 270 minutos (4 horas y media). Ese es el tiempo que necesita para perforar la meta rival. Ni que decir tiene que de esos dos tantos, uno de ellos se consiguió de penalti, que precisamente supuso ser el primero de la competición.
Ante el Cabecense necesitó de más de una hora (62’) para botar el primer córner del partido, certificando que tras tres encuentros a domicilio, aún no se ha perforado la meta contraria.
Es por tanto que no supone sorpresa al ser, junto al Pozoblanco, el equipo menos goleador del Grupo X. De igual manera, este Racing de contrastes, es también el equipo menos goleado, destacando por encima de todo su zona defensiva. Del mismo modo, los tres goles encajados han supuesto sendas derrotas, lo que pone de manifiesto la escasa capacidad resolutiva.
Hasta en cinco ocasiones se ha quedado sin marcar en portería contraria. Igualmente, en el bando opuesto, cerró su portal a cero en tres ocasiones aseverando, más si cabe, su disonar particular.
Eso en cuanto a comparativas con el resto de equipos. Haciendo una específica en sus inicios ligueros, los números toman, más que nunca más realismo y crudeza.
De las cuatro temporadas en las que lleva en Tercera tras su descenso de Segunda B, es el ejercicio que menos puntos ha sumado, cinco, por los nueve de la campaña anterior o los doce que sumó en la 2010-11, con Paco Corbeto y los siete con Javier Manzano.
En cuanto a goles se refiere, a pesar de que los puntos llevaron al equipo a puestos altos, la dosificación goleadora tuvo su similitud con Corbeto en el banquillo. Se marcó tres goles y se encajó, igualmente, otros tres.
En Segunda B, en la 2008-2009 aunque se sumaron dos puntos menos, se anotaron dos goles más, cuatro. Siendo en la 2005-2006 y 2006-2007 las más goleadoras con doce tantos cada una en las primeras seis jornadas disputadas.
La victoria del Conil, la primera del campeonato, ante el Ayamonte supuso que los racingusitas bajaran un puesto en la clasificación, entrando por vez primera en puestos de descenso, tras la diferencia de goles con el conjunto onubense, que ha anotado cuatro goles hasta entonces.