Cuando mañana a medianoche comience la jornada de reflexión, habrá concluido una campaña electoral atípica y más corta -por la Semana Santa- de lo habitual, pero tan bronca o más que las anteriores.
Una campaña que, además, no se recordará por las promesas o grandes anuncios de los candidatos a La Moncloa y sus partidos. Ha sido mucho mayor el ruido de sus encontronazos.
La crispación, apelar al miedo, la utilidad del voto, debate sí o debate no, el tratamiento a las mujeres y sus derechos...
Y, por supuesto, Cataluña.
Porque los temas de esta campaña no han sido precisamente los que aparecen enumerados en los programas electorales -que por cierto esta vez se han conocido más tarde que nunca-. Los temas han sido, más bien, los recursos que han utilizado unos y otros para atacarse sin tregua.
CRISPACIÓN
Elegir el discurso más duro, ponerse radical o llamar radical al otro, utilizar el término enemigo en lugar de adversario... El debate político de esta campaña ha estado rodeado de crispación.
Ya en las vísperas se avecinaba duro el tono, cuando por ejemplo Pablo Casado dijo que Pedro Sánchez prefería "las manos manchadas se sangre a las manos pintadas de blanco" por contar con el voto de Bildu para sus decretos sociales.
"¿De qué color tiene usted las manos?", le espetaba días después el presidente a Casado tras recordarle las 127 medidas en las que PP y Bildu votaron juntos en el Parlamento vasco.
Albert Rivera ha llamado a Sánchez de todo. Peligroso, indigno o indecente -eso también se lo dijo la popular Cayetana Álvarez de Toledo-.
Y mentirosos se han llamado unos a otros, en varias ocasiones. Sobre todo durante los debates.
Crispación no le ha faltado tampoco al nuevo actor de estos comicios, Vox, con "enemigo" con su palabra favorita para referirse al presidente. Un apelativo que en ocasiones han usado también desde PP y Cs.
La crispación no ha estado solo en los discursos o los platós. También en las calles, con los incidentes de la localidad guipuzcoana de Rentería, donde vecinos y manifestantes trataron de impedir un mitin de Ciudadanos con Albert Rivera, como el ejemplo más visible.
CUIDADO, QUE VIENEN
Nadie puede negar que el recurso al miedo ha sido el más utilizado en esta campaña.
El primero de todos Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno no ha parado ni un solo día de repetir que la posibilidad de que gobiernen las "tres derechas" y de que la ultraderecha toque poder en España es real. Avisa, insiste, repite: O el PSOE o la "involución" de una alianza PP-Cs-Vox.
Pero ha habido muchos más. Hay temores para todos.
No ha faltado, por supuesto, quienes auguran la hecatombe económica si gobierna el contrario, como se han empeñado en advertir los candidatos de la derecha si Sánchez sigue en La Moncloa.
Pero tampoco ha faltado el aviso del presidente o de Pablo Iglesias de que se pueden repetir los peores años de la corrupción si vuelve a gobernar el PP.
Y por supuesto, el temor más explotado de todos: A que alguien acabe con la unidad nacional.
ESPAÑA SE ROMPE...¿O NO?
Sorprendentemente, Cataluña no ha copado toda la discusión política. Al menos no lo hizo en la primera mitad de la campaña.
Pero en la recta final hay que sacar la artillería pesada, y ahí el debate soberanista ha estado en boca de todos.
Y por si alguien lo olvidaba, ya se han encargado Casado y Rivera de insistir en que si Sánchez sigue en La Moncloa indultará a los responsables del procés que sean condenados o permitirá un referéndum de autodeterminación.
El líder socialista, por su parte, ha recurrido a una de sus frases favoritas, "no es no" -evocando el no a la investidura de Mariano Rajoy por el que en su momento acabó dimitiendo-, para insistir en que con él no habrá ni independencia ni referéndum, mientras que Pablo Iglesias ha insistido en que si por él fuera habría consulta porque los catalanes tienen que hablar.
NI CONTIGO NI SIN TI
Los políticos españoles son poco dados a decir con quién pactarán antes de que se celebren las elecciones. Aunque Albert Rivera y Pablo Iglesias sí han sido tajantes en este caso.
El líder de Ciudadanos ha insistido en que quiere una coalición con el PP, aunque presidiendo él, claro. Y el de Podemos también ha subrayado que quiere pactar con Sánchez para que siga habiendo un Gobierno progresista en La Moncloa.
A partir de ahí, todo claro. ¿O No?. En el PP desconfían de Rivera y le ven capaz de acabar pactando con Sánchez y el propio Iglesias también se teme esa alianza y le ha pedido en varias ocasiones que la descarte.
Pues bien, el presidente del Gobierno respondió el pasado martes en el debate de Atresmedia. Dijo que no está en sus planes pactar con el partido que le ha puesto un cordón sanitario, en alusión a Cs.
LA JEC ME TRASTOCA
Hablando de debates. Si ha habido un tema de discusión en esta campaña que ha durado días y días han sido precisamente los debates. Cuando no se sabía si los habría, cuando se convocaron, cuando actuó la Junta Electoral Central (JEC) y los cambió, cuando se celebraron y una vez celebrados. El tema ha llegado a cansar.
Pedro Sánchez quería un debate a cinco con Vox y por eso accedió al de Atresmedia, pero la JEC lo suspendió por incluir, en detrimento de otros, a un partido que todavía no tiene representación parlamentaria.
Sin su debate deseado -quería confrontar con "las tres derechas juntas"-, el presidente se quedó solo en su empeño de ir únicamente al debate de RTVE. Al final cedió y hubo dos.
Dos debates en días consecutivos que han marcado el final de esta campaña y que han visto millones de espectadores. Quién sabe si parte de ese 41,6 por ciento de indecisos del que hablaba el CIS ha elegido papeleta tras esas citas.
EL ÚNICO ÚTIL SOY YO
A la campaña electoral le quedan ya horas, pero seguro que en este poco tiempo se vuelve a oír a los candidatos decir, hasta la saciedad, que el único voto útil que hay es el que vaya dirigido a ellos.
Ese sí que es un tema de todas las campañas, las pasadas y las futuras. Está por ver si tras el 28 de abril se da alguna combinación que convierta en útiles los votos recibidos para llegar a La Moncloa.
España
La campaña del 28A, un vía crucis de temores, debates y crispación
Una campaña que, además, no se recordará por las promesas o grandes anuncios de los candidatos a La Moncloa y sus partidos
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