Este nuevo gobierno que ha nombrado el okupa de la Moncloa solo tiene dos opciones: o gobernar para el país, cosa difícil cuando empiezan con mal pie, o resistir todo lo que se le venga encima por parte no solo de la oposición, sino de la calle.
Partamos de la base que a Sánchez lo que pase más allá de los muros de la Moncloa le da igual: hace oídos sordos. Ríe como una hiena y con eso cree que lo tiene todo ganado. Se va a amparar en unos ministros que -no me cabe duda- le tienen obediencia debida más allá de su propio amor propio. Incluso más allá de su vergüenza.
Si analizamos muy por encima a los miembros del gabinete que va a dirigir los destinos de este país, insisto en el muy por encima, hay asuntos que personalmente me llaman la atención. A ver qué opinan ustedes.
De un lado, concentra en un solo ministro, Félix Bolaños, los tres poderes del Estado: ejecutivo (ministro de la Presidencia); legislativo (ministro de Relaciones con las Cortes); y judicial (ministro de Justicia). Bolaños, que duerme a la sombra del presidente, se convierte en el hombre fuerte que seguirá al dictado las instrucciones de su jefe. Solo hay que parar en el detalle de los asistentes a su toma de posesión para deducir quién va a ser el que manda en el Consejo de Ministros.
Por otro lado, la entrada de Óscar Puente en el ejecutivo parece que es el pago por la réplica (¡qué graciosa fue!) a Albero Núñez Feijoó en su fallida investidura. ¿Se acuerdan de su intervención, llena de gracietas y poca cortesía parlamentaria? Pues ese es el señor ministro que va a velar por los transportes de este país. Todo un dechado de inteligencia.
Y por último, me quiero detener en Sira Rego la flamante ministra de Infancia y Juventud. De ascendencia palestina, Rego se ha mostrado especialmente crítica con Israel por sus ataques a Gaza, algo que puede hacer que a Sánchez le duela la cabeza en sus ínfulas internacionales, aunque su visita esta semana a Israel y el encuentro con Benjamín Netanyahu no ha sido muy afortunado. Por cierto, un ministerio de Infancia y Juventud me huele a aleccionamiento… ¿O no?
Podríamos seguir hablando de Marlaska (¿cómo se mantiene ahí?); del ascenso de nuestra paisana “Chiqui” Montero, la que con más ímpetu ha aplaudido a Sánchez en los últimos tiempos; de Pablo Bustinduy y su acérrimo odio a la Fiesta Nacional; o de la siempre insultante Mónica García, que en su paso por la Asamblea de Madrid ha querido ser el azote mortal de Díaz Ayuso sin haberlo conseguido.
¿Gobernar o resistir? Pedro Sánchez y sus fieles ministros deben hacerse esta pregunta. Y mucho más después de las desavenencias con lo poco que queda de Unidas Podemos. Pero no lo olvide, presidente, que son cinco votos…