“Jaén merece ser una ciudad del siglo XXI”, una proclama pronunciada el año pasado por un político andaluz que parecía encontrar a la ciudad anclada en el pasado, sin avanzar al mismo ritmo.
Según por donde se mire, porque aquí nadie vive al margen de la actualidad y existen numerosos casos de inmensa capacidad de innovación tanto en las personas como en las empresas.
Sin embargo, no hay cambios en la irritante conversación de las deficientes infraestructuras y servicios. Jaén sigue viviendo en continua espera a las administraciones en todas sus escalas territoriales. En este sentido, este político no erraba, pero, quizás, no fuera la figura más indicada para la reivindicación, pues, desde donde él se encuentra, no hacen grandes esfuerzos por cambiar esta circunstancia.
¿Con qué motivo concluir esto? Principalmente, por el lustro que ha pasado desde el cambio de Gobierno en Andalucía y, en este tiempo, observar que, aún con nuevos protagonistas, las promesas de mejora siguen quedando en papel mojado. Porque sí, cuando toca pasar del dicho al hecho, las acciones llegan a cuentagotas, viniendo de un frasco pequeño, y, encima, las venden como victorias absolutas, como si de una gestión revulsiva se tratara. Intentan convencer de que la provincia ahora es foco de atención.
Es inevitable cuestionar esto último, pues solo se ven llegar las sobras, nunca se estrenan o presentan novedades respecto al resto. No es una invención, hasta Manuel Carlos Vallejo ha expresado dudas sobre aquello de “Jaén está de moda”.
Triunfalismos por traer el PEC-TAC, mejorar la sala de coordinación del 061, intervenir sobre algunas carreteras (aunque dejen olvidado convertirlas en autovías) o retomar el tranvía. Son elementos que llevan años presentes en otras provincias, a las que continuadamente dedican mayores inversiones y amplían sus proyectos, mientras que a Jaén le toca esperar sentada. Mirando los suyos mantenerse estáticos por décadas.
Palabras que se difuminan, una pena. Más cuando, a veces, esta forma de actuar parece repetirse hasta desde aquí.
Un ejemplo: en incontables ocasiones, las calles han escuchado comentar la actualidad. Lo que está por llegar, como los exuberantes planes que pretenden convertir a Jaén en un sólido destino turístico. Sin embargo, sentarse en un banco de la Estación de Autobuses hace tumbar cualquier expectativa.
La que es, para muchos, la puerta de entrada a la ciudad no posee absolutamente nada con lo que provocar envidia, no ya a otras capitales provinciales, sino, incluso, a pequeños pueblos.
Al contrario, puede sentir celos hasta de simples apeaderos. Un lugar que se encuentra sucio, necesitado de renovar su presencia, de incluir unos servicios al usuario que alcancen los considerados como mínimos y actuar sobre los cuartos de baño para que dejen de ser definidos como lodazales.
Venían muchas promesas en mayo de 2023, subrayando en algunas de ellas el potencial turístico. Qué forma esta de llevarlas a cabo. Las administraciones regionales y nacionales sin cumplir sus compromisos y desde aquí no haciendo, por ejemplo, algo, tan sencillo, como recibir bien al viajero. Además de poner la zancadilla a la apertura de un nuevo hotel que ampliaría la posibilidad de acoger visitantes.
Triste es que el turismo solo sea un ejemplo, y no una causa concreta, de algunas de las gestiones que hacen a Jaén estar considerada como anclada al pasado.