Los pequeños rellenaron con alimentos, que posteriormente se enviarán a los refugiados saharauis, una gran paloma de la paz pintada sobre las losas de la plaza, mientras que en los márgenes de ésta colgaban frases escritas por ellos en demanda de un mundo más justo y pacífico. Bajo el letrero en el que se nombra la plaza, los profesores situaron otro con la más ilusionante denominación de Plaza de la Paz.
La concejal Rosa Macías se acercó al lugar para departir con los profesores y algunos padres, señalando que “ver las caras de los niños dejando los alimentos en esa paloma, es significativo de que todos tenemos que construir una paz en la que las armas sean la ilusión, la alegría, la sonrisa y el pretender un mundo mejor. Y que mejor que los que protagonicen todo esto sean los niños”.