Días antes, el falso techo de la habitación contigua, en la que duerme la hija del matrimonio afectado, sufrió también el desprendimiento de su falso techo. Por suerte, la niña tuvo la precaución de salir del cuarto después de oir un ruido y sentir un temblor. Antes de que sus padres pudiesen llegar al cuarto, la pintura y la escayola estaban ya sobre la cama.
Villegas y su familia llevan “toda la vida” residiendo en una pequeña y modesta vivienda unifamiliar al pie de la carretera. A escasos metros, durante los últimos meses se han estado acometiendo las obras del nuevo viario que une Sotorrebolo con la variante intermedia. Estos trabajos conectarán entre sí las barriadas de Los Pastores, La Juliana y Getares, y está destinada a proporcionar una salida fluida desde la avenida 28 de febrero hasta la rotonda intermedia. El presupuesto del viario es de 1.502.352 euros, y la empresa que realiza las obras, Bahía Tulus, se integra en el grupo empresarial Azvi.
Para Villegas, existe una relación directa entre la realización de estas obras y los derrumbamientos en su vivienda. Insiste en que después de muchos años residiendo en la misma, fue a partir del paso de las máquinas excavadoras en los aledaños de su casa cuando comenzaron a sentir los temblores. “Todas las mañanas nos despertábamos con el sonido y la vibración de las máquinas”, se lamentaba este vecino.
De hecho, fue durante estos días de intensidad de trabajo de las máquinas, a mediados de julio, cuando se produjeron los incidentes. Lo primero que hizo Deli, la esposa de Juan José Villegas, fue acudir al jefe de obras para pedirle explicaciones de lo ocurrido, ante la situación de angustia que había vivido su familia. Éste contestó, dos semanas después de los hechos, que la vivienda era vieja y húmeda, y que era por eso que se habían producido los derrumbamientos.
El perito del seguro de Azvi acudió a la vivienda para inspeccionar los daños. “Después de tomar algunas fotografías, se marchó, y a los pocos días la empresa nos ofertó 1.500 euros para efectuar las reparaciones”. Teniendo en cuenta que, afectado también el techo del pasillo, totalmente desconchado, son más de 25 metros cuadrados de superficie por cubrir, para este vecino resulta una cantidad insuficiente. De hecho, afirma haber solicitado ya un préstamo de 18.000 euros para hacer frente a la reforma.
Tras acudir a la Gerencia de Urbanismo, el futuro no es más alentador. Un técnico del departamento municipal dio la razón a los responsables de la obra y achacó los incidentes a la antigüedad de los materiales y a lo precario de la construcción.
Medida drástica
Ante la falta de soluciones desde una y otra parte, Juan José Villegas ha decidido ir un paso más allá y desde el pasado miércoles se ha declarado en huelga de hambre, y no descarta medidas más drásticas: “Estoy dispuesto a quemarme a lo bonzo”. De esta manera, espera reclamar la atención de aquellos que le han ignorado, ahora que no puede ni tan siquiera dormir en su habitación.
“Todas las noches tenemos que retirar la mesa del salón, instalar un colchón y dormir en el suelo. A mi hija tampoco la dejamos dormir en su habitación”, y ahora los dos hijos de la pareja, que antes ocupaban habitaciones separadas, duermen en la misma estancia.
Sus padres reconocen que la casa es antigua y modesta, pero también inciden en que después de tantos años nunca se les había presentado un problema así, y que para ellos es una increíble casualidad que los desperfectos hayan aparecido durante la realización de los trabajos. “Yo no pido dinero, sólo quiero que me arreglen la casa”, concluyó Villegas.