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La Pasión no acaba

Feliz en el desierto

Qué hermoso es pisar la catedral de Sevilla -son las nueve de la mañana- y sentir que tu fortuna es más alta que las naves del templo. Y que lujo es pasear...

Publicado: 08/07/2021 ·
12:22
· Actualizado: 08/07/2021 · 12:22
  • Las olas de calor y más intensas se han multiplicado con el cambio climático. -
Autor

Víctor García-Rayo

El periodista Víctor García-Rayo es el presentador y director del programa La Pasión de 7TV Andalucía

La Pasión no acaba

Dedicado al alma de

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Qué hermoso es pisar la catedral de Sevilla -son las nueve de la mañana- y sentir que tu fortuna es más alta que las naves del templo. Y que lujo es pasear por la tarde, sí por la tarde, por esos lugares de nuestra ciudad que nos aguardan sin más, sólo para nosotros. Ha llegado la hora, ese tiempo sevillano de calles que arden por la temperatura y por la emoción que provoca una soledad que los habitantes a veces buscamos. La soledad en Sevilla es distinta porque no es una ausencia, es un lujo a menudo querido con anhelo. Es casi una necesidad. Andar por la ciudad en este tiempo es un regalo que, si uno sabe abrirlo y disfrutarlo, se puede convertir en una delicia inalcanzable en principio y posible al final. Sevilla en tiempo de la asfixia del mercurio es una oportunidad. Una magnífica oportunidad.

¿Tiene usted mucho calor y me lo va a decir en cuanto termine de leer este artículo, verdad? Adelante, dígamelo, vuelva a recordarme que este Ayuntamiento ha cometido el sacrilegio de no resolver el asunto de los toldos y vuelva a entonar los parabienes de la célebre siesta. Subraye que estoy loco, que hay horas en el verano de Sevilla que existen para estar escondido. Yo no digo que a usted le falte la razón, llámeme lo que quiera, pero échese a un lado y déjeme a mí que ya sé yo cómo caminar por Sevilla y disfrutar de ella sin morirme de un golpe de calor. Usted duerma fresquito con su poquito de oscuridad, aire acondicionado o ventilador, ropa ligerita y cara en el sofá, que ya me defiendo yo del sol y del termómetro. Me enseñaron de pequeño, he perfeccionado mi ruta y conozco perfectamente cómo ser feliz en el desierto. Claro que, entienda que no le dé ni una sola pista. Hay cosas que un sevillano las tiene que vivir en solitario o con una persona más, como mucho. Siempre ha sido así porque así tiene que ser.

Disculpe caballero y tápese. No me suelte otra vez los peligros del calor, las tradiciones sevillanas de después del gazpacho y otras maneras de vivir la sobremesa, deje ya de recordarme aquello del botijo y haga el favor de no enseñarme más esa barriga por Dios. Abróchese la camisa.

¿Qué a dónde voy a las cuatro de la tarde con 40 grados en Sevilla? Pues mire, no se lo voy a decir. En primer lugar porque si usted es sevillano ya debería entender que hay cosas que suceden porque sí, que se callan y se custodian, se respetan. Y además, caballero, porque ya me ha dicho que lleva toda una vida echándose a dormir hasta que pasen las horas insoportables. Yo sí, yo las soporto, no puedo contarle más. Las disfruto, las gozo y sobrevivo. Así, del tirón, y no pienso darle ni una sola pista. Me ha dicho usted que no soy sevillano porque no he dormido jamás la siesta y yo lo que siento es que usted no se ha enterado de nada. Duerma, amigo, que son las cuatro de la tarde en verano en Sevilla y yo me voy a verla. Y no… no pienso contarle cómo soy feliz en el desierto.

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