Quienes amamos Doñana llevamos desde esta fatídica noche de San Juan con el alma rota. Cualquier incendio forestal es una tragedia, pero si lo que se quema es Doñana, el dolor y la rabia no pueden ser más grandes. El fuego comenzó en los pinares de Moguer, fuera de los límites del espacio protegido, pero el intenso viento empujó a las llamas en dirección al parque. La noche fue un verdadero infierno: el cielo se iluminó de rojo y el humo y el olor a quemado lo inundaban todo, y crecía la angustia de los miles de evacuados y de quienes quedaron atrapados en Matalascañas.
El domingo, mientras nos informábamos sobre el terreno de la situación del incendio, crecía la angustia y la impotencia al ver que nada podían hacer los medios de extinción ante la extrema virulencia del fuego, que se adentró en el espacio protegido. Por fortuna, las condiciones meteorológicas mejoraron y la gran labor combinada del Infoca, agentes medioambientales, la UME, las Brica, y demás profesionales, han logrado controlar el incendio este martes.
Se ha destacado mucho que el incendio no ha alcanzado el Parque Nacional, pero Doñana va mucho más allá de los límites del parque y el daño es inmenso. Según las primeras estimaciones, han ardido unas 10.000 hectáreas de pinares de repoblación y monte bajo. Algunas de las zonas que han ardido dentro del espacio protegido son muy importantes para el lince ibérico, y los territorios de unas tres hembras pueden haber quedado arrasados por el fuego. Y eso por no hablar de todos los pequeños animales, invertebrados, anfibios, reptiles o nidos de aves que habrán quedado calcinados por el fuego.
Aunque algunos buscan explicaciones ocultas tras el fuego, desde WWF creemos que no hay ninguna razón para apuntar hacia la Ley de Montes de 2014: los incendios son un mal endémico de la zona, y el de este fin de semana era un desastre anunciado. Hace más de una década que comenzamos a denunciar el grave problema de los incendios forestales en Doñana, señalando el área que limita al oeste con el espacio protegido como la más afectada. La corona forestal de Doñana es un caos de tendidos eléctricos, pozos ilegales en medio de los pinares con instalaciones eléctricas, construcciones aisladas, fincas ilegales, y todo tipo de actividades forestales que se realizan sin apenas control. Un polvorín para los incendios.
Por eso era sólo cuestión de tiempo que se produjera un incendio como el de este fin de semana. Un informe publicado por nuestra organización en 2006, “Los problemas ambientales de Doñana”, marcaba precisamente como de alto riesgo la zona donde se ha iniciado el incendio. En Moguer se produjeron entre 2005 y 2009 un total de 80 siniestros: de hecho, según los datos del Infoca, es uno de los municipios más afectados por incendios de toda Andalucía.
Se está avanzando en la investigación del incendio, y esperamos que se esclarezca la causa cuanto antes. Es urgente e imprescindible extremar la vigilancia sobre todas las actividades en la corona forestal de Doñana, y que se tomen medidas para controlar los riesgos en el futuro.
Quienes amamos Doñana no vamos a desfallecer. Desde WWF seguiremos trabajando día a día por este tesoro, como llevamos haciendo toda nuestra historia. Nos aseguraremos de que se restaura correctamente el área incendiada: una oportunidad para cambiar las antiguas plantaciones de pinos por los bosques naturales de la zona, más diversos y resistentes al fuego. Nuestra experiencia recuperando los bosques autóctonos de Doñana bien puede servir de modelo, pues allí hemos plantado más de 4.000 árboles como alcornoques o acebuches.
Además, esta tragedia debe servir para entender que Doñana no acaba en la valla del espacio protegido, que no se puede proteger lo que hay dentro sin atender a los problemas y amenazas de fuera: explotación insostenible e ilegal del agua para la agricultura, los proyectos de almacenamiento de gas, el dragado del Guadalquivir... Ya es hora de acabar con el asedio a este Patrimonio de la Humanidad.