Por causa de la Guerra de Independencia de España contra los franceses, el tristemente famoso Mariscal Soult robó de Sevilla una cantidad ingente de cuadros de grandes pintores (Murillo, Zurbarán, Valdés Leal, etc.) que sus herederos se encargaron de vender a numerosos coleccionistas y museos del mundo. Nosotros nos quedamos con lo puesto, y ellos se hicieron millonarios a costa de nuestro patrimonio. Hoy muchas de estas obras están en el museo del “Louvre de Paris” y en otros museos del mundo y de España. El gobierno español consiguió, no sin grandes esfuerzos, que algunos cuadros en número de diez fueran devueltos a España, pero no a Sevilla de donde procedían dichas pinturas y de donde fueron expoliadas. Estas obras recuperadas se quedaron en el museo del Prado y en la Academia de San Fernando de Madrid, donde siguen deleitando a los numerosos visitantes de estas pinacotecas. Este hecho fue constitutivo de un segundo expolio a los sevillanos.
No estamos proponiendo una batalla internacional contra los franceses aunque la merezcan. Los cuadros expoliados quedan robados para la historia, salvo diez de ellos, que deben ser recuperables, por los que sí creemos necesaria y urgente una acción política contundente frente a Madrid.
Hoy aspiramos a lo mismo, si es que nuestros dirigentes aún no han perdido el coraje y el amor por la justicia, que no es otra cosa más que restituir a su dueño, el pueblo de Sevilla, lo que le pertenece jurídicamente y por historia y tradición. Nuestra lucha la tenemos que dirigir a reclamar los cuadros que están depositados en Madrid. Con eso nos conformaríamos, porque aspirar a la devolución total de lo expoliado sabemos que es una utopía, pero “sí podemos” reclamar en justicia, los cuadros que están depositados en la capital de España.
En el museo del Prado de Madrid, se encuentran los dos lunetos que se llevaron de la iglesia de Santa María la Blanca sevillana, titulados “El sueño de patricio Juan y el patricio Juan revelando su sueño al Papa Liberio”, ambos del genial Murillo. También está en el mismo museo del Prado, “La Inmaculada de los Venerables de Murillo”. En la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid se encuentra luciendo su grandeza, para los miles de turistas que la visitan “La Resurrección del Señor”.
Ha llegado el momento de la verdad para nuestra clase política. En el 2017 vamos a celebrar el IV centenario del nacimiento del gran pintor de la Andalucía del siglo XVII, el genial Bartolomé Esteban Murillo, y para conmemorar esa efemérides deberíamos tener los cuadros aludidos en Sevilla, devueltos a su verdadero dueño, que no es otro más que el pueblo de Sevilla. No es agradable decir estas cosas, pero las oportunidades de la historia no se suelen repetir. Tenemos razones, tenemos la oportunidad del centenario y tenemos sobre todo la necesidad de que se restituya una gran injusticia.
Como dice Aristóteles el fin de la política ha de ser la búsqueda de la felicidad para el administrado, y nada puede hacer más feliz a muchos sevillanos que contemplar en su lugar natural los cuadros citados, que ilegítimamente están siendo exhibidos en Madrid. Reclamarlos por activa y pasiva es no solo una obligación sino un derecho.
Si hubiera algún obstáculo jurídico para la devolución de estas obras de arte, que entendemos que no debe haberlo, salvémoslo con medidas políticas, porque las disquisiciones jurídicas en este caso no deben impedir que se haga justicia, en aplicación del famoso adagio o sentencia de que cuando colisionan el derecho y la justicia debe prevalecer esta última.