Pasos Largos despide el verano con una ruta en plena naturaleza
El sábado 22 de septiembre participamos de una ‘Ruta Pasos Largos’, organizada por nuestro compañero Juani, que nos llevó desde Casares hasta los baños de la Hedionda y el canuto de la Utrera.
Antes de iniciar el recorrido establecido subimos desde el aparcamiento, en la zona alta del pueblo, hacia un otero sobre el inmaculado casco urbano de Casares, cuyas casas de un blanco reluciente, se apiñan bajo los restos de su castillo medieval. De vuelta al punto de quedada, bajamos por las estrechas callejuelas hacia la plaza de pueblo y avanzamos por una pista que nos lleva a la confluencia de los arroyos Albarrán y de los Molinos, el cual, a pesar de la época del año en la que estamos, lleva un buen caudal de agua. Desde aquí el río se denomina Manilva.
Atrás dejamos el molino del Americano o del Rojo, hasta el que llega un acueducto de dimensiones monumentales. Ahora subimos un fuerte repecho que nos aleja de la ribera aunque después de pasar una angarilla retorna al frescor del bosque en galería. Seguidamente pasamos junto a unas caballerizas donde antes existió el molino de Cancón.
La parte más entretenida comienza cuando el río se interna en la sierra de la Utrera, un precioso monte calizo caracterizado por un karst donde las rocas adquieren formas caprichosas. Al llegar de nuevo al cauce, junto a un portentoso algarrobo, remontamos las aguas del Manilva para darnos un refrescón en la charca de la Paloma. Algunos avanzamos unos cientos de metros más para visitar la idílica charca del Infierno. Regresamos con el resto del grupo y almorzamos.
Sigue la ruta por la desvencijada acequia del antiguo molino de las Ánimas hasta llegar a los baños de la Hedionda, cuyo origen se remonta a la época romana. La tradición dice que aquí estuvieron las tropas de César en la guerra entablada con Pompeyo, allá por el 61 a.C. Sus aguas sulfurosas no dejan indiferentes a nadie y se caracterizan por un penetrante olor a huevos podridos.
El último tramo de la ruta consistió en atravesar el canuto de la Utrera, paraje de gran belleza estética, donde pudimos gozar de los fenómenos kársticos de este paraje sin proteger, al que una cantera le ha robado para siempre una importante porción de territorio.