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Miércoles 30/10/2024
 

Ronda

EDITORIAL: ¿Confianza dañada?

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El resultado del proceso de concurso, aún abierto, para la construcción de la nueva estación de autobuses de Ronda ha dañado, sin lugar a dudas, la imagen de esta ciudad. Por no decir la confianza en ella. Aunque tal afirmación puede parecer arriesgada, no cabe duda que quienes concursaron en el proceso, importantes estudios de arquitectos, según se encargaron de decir los responsables municipales cuando aún no habían aparecido los problemas, no dejarán en buen lugar el proceder del Ayuntamiento en este polémico concurso.
La siguiente pregunta es evidente: ¿toda la culpa es de los responsables políticos? Entendemos que no. En este caso, sin dudas, faltó asesoramiento técnico. Pero cabe preguntarse: ¿se dejan asesorar determinados responsables municipales? La pregunta se contesta a sí misma si recordamos una imagen que en su día ya reprochó este semanario: la imagen de quien fuera concejal de Obras, Daniel Harillo, al frente de planos y más planos, jactándose de su capacidad política para dirimir el mejor futuro urbanístico para la ciudad. Lo entendimos pretencioso. Y quizá sin ser Harillo el único responsable, desde luego no el último, fue el responsable de la concejalía de Obras cuando se fraguó tal desaguisado. Entendemos que hubo prisas, y también un mal proceder. Porque el concurso nació viciado, tras que el Ayuntamiento se viera obligado a modificar las bases tras que se acusara un presunto amaño. Porque se ridiculizó la idea de que se proyectara una biblioteca en una estación de autobuses. Porque se improvisó en mitad del concurso y se dijo a algunos participantes, a esos que llamaron preguntando, la distancia que debería guardar la obra con las vías del tren, de acuerdo a una interpretación que no se corresponde tampoco con la norma que regula el dominio público en torno a las vías del tren. Porque hubo una de esas muchos fotos que vemos todos los días pero que, a la larga, ha resultado vergonzosa: la de algunos miembros del equipo de Gobierno, tan sólo algunos, con ese arquitecto a quien ahora, según parece, tendrán que decir que ya no es el ganador.
Las prisas han sido muchas y, consiguientemente, también los errores.

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