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Lunes 25/11/2024
 

San Fernando

Lleva 47 años en el mismo sitio

Juan Sánchez piensa en jubilarse a sus 70 años después de una vida como peluquero en la calle San Nicolás.

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Pues un poquito más arriba, en la misma calle San Nicolás, está la Peluquería San Nicolás, que antes era laica y que el actual propietario la canonizó cuando se hizo cargo de ella hace la friolera de 47 años.

Juan Sánchez es peluquero, hijo de peluquero y padre de peluquero. Como Juan Carlos, echa horas por un tubo, dice que va a jubilarse pero no parece que tenga muy claro no aparecer por el negocio de vez en cuando. Y ya saben ustedes cuántas veces puede aparecer por el negocio un jubilado que se ha llevado trabajando hasta los 70 años, que es la edad que tiene ahora. Hasta los 70 años más el tiempo que tarde en jubilarse.

Juan aprendió el oficio con su padre, cuando las peluquerías eran barberías y algo más que un lugar donde cortarse el pelo o rasurarse la barba. Era una especia de peña, a la que iban los clientes tuvieran necesidad o no de acicarlar, para tomar una copa, para comentar las cosas del barrio y de la ciudad. Un club social en el que uno trabajaba y los demás iban a lo que iban, incluido el que estaba recostado en el asiento dejándose hacer.

Pero Juan sabía que tenía que dar un paso adelante y se fue a Málaga donde aprendió el oficio y con el oficio aprendido volvió a San Fernando. Entró a trabajar en la Peluquería Nicolás, nombre del dueño y allí estuvo hasta que se hizo cargo del negocio y le dijo a su antiguo jefe que lo iba a hacer santo. Siendo también la calle San Nicolás, lo normal es que le pusieran el santo por delante.

Y Juan es otro que también tiene que estar ojo avizor con lo que cambia y lo que no en su oficio. Afeitarse en las peluquerías es hoy un lujo que se paga más caro que pelarse, pero el problema es que las máquinas para cortarse el pelo están a la orden del día y “cortarse el pelo con una máquina lo hace cualquiera”.

Otra cosa es cuando esas máquinas se accionaban con la mano y termiban la jornada con los músculos  hinchados del esfuerzo, pero cortar el pelo, lo que se dice cortar el pelo, el que no sabe hacerlo a tijeras es que no es peluquero.

Y así sigue Juan al frente del negocio, con su hijo con él y pensando si ya es hora de dejar de acudir a su negocio cada mañana, tempranito, “por si alguien me necesita a esa hora, porque tenga que ir al trabajo”.

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