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Viernes 22/11/2024
 

San Fernando

“El jugador español está mucho más valorado ahora gracias al tiki-taka”

Con dos carreras a sus espaldas de la rama de Empresariales y a los 28 años, el isleño Pablo Valencia cumple su segunda temporada en el Bruchsal alemán.

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Debutó con 16 años en el CD San Fernando y, desde entonces, ha ido deambulando por numerosos equipos, principalmente extremeños, hasta que hace año y medio se dio cuenta de que tenía que emigrar para seguir haciendo lo que más le gusta, jugar al fútbol, además de para seguir formándose y labrarse un futuro laboral que, visto lo visto, tendrá que ser fuera de España. Con dos carreras a sus espaldas de la rama de Empresariales y a los 28 años, el isleño Pablo Valencia cumple su segunda temporada en el Bruchsal, un equipo de la quinta división zona sur de Alemania -asemejable a la Segunda B de aquí- con el que ha marcado diez goles en lo que va de Liga. Tiene las ideas muy claras y lo deja claro en la siguiente entrevista.

—Isleño, futbolista y desde hace año y medio tuvo que emigrar a Alemania, ¿qué tal está siendo la experiencia?
—Al principio, no le voy a mentir, fue difícil, sobre todo porque la cultura es bastante diferente a la que nosotros tenemos, pero lo cierto es que una vez que paso un tiempo pude empezar a chapurrear un poquito de alemán y hoy día, año y medio después, creo que estoy bastante integrado dentro de lo que es la cultura alemana.

—Está usted jugando en el Bruchsal que milita en una categoría que se asemeja quizás a la Segunda B española.
—Nosotros somos recién descendidos de categoría en un país donde hay más de 20 categorías y ahora mismo militamos en una Quinta Liga, que sí que se parece a una Segunda B de buen nivel.

—Además es un equipo con aspiraciones de regresar a la categoría que perdió la pasada temporada.
—Exacto. Empezamos quizás un poco titubeantes porque tuvimos lesiones importantes, pero ahora llevamos diez jornadas sin perder y el equipo está demostrando un buen nivel. La afición en sí está bastante contenta y creo que como mínimo jugaremos el play off y esperemos que en la segunda vuelta podamos coger la primera o segunda plaza que dan derecho a jugarlo.

—Ahora mismo está viviendo quizás una situación extraña ¿no?, ya que tiene dos meses de vacaciones debido al parón invernal y eso es algo impensable en España.
—Tiene dos partes. La positiva es que puedo disfrutar de las Navidades con mi familia, con mis amigos y puedo desconectar un poco de lo que es aquello, que mentalmente te cansas mucho porque es hablar otro idioma y acostumbrarte a otro tipo de horarios. Quizás la más mala es que tenemos dos pretemporadas y eso es algo que psicológicamente mata un poco al futbolista. Ahora cuando llegue allí en febrero tendremos un mes de pretemporada que conlleva partidos contra equipos de inferior categoría que van a ganarte, entrenamientos muy duros con hasta seis sesiones al día muchas veces, concentraciones muchos fines de semana fuera, muchas veces en Suiza.

—De todas formas, aunque le gusta mucho el fútbol, esta decisión de emigrar también tiene su parte de esa formación que usted busca en el extranjero, puesto que Pablo Valencia cuenta en su currículum con dos carreras.
—Desde pequeño mi pasión fue ser futbolista. Una vez que uno supera los 24, 25 ó 26 años y ve que su sueño de jugar en categorías superiores como la Primera División no va a ser posible, y que aparte la crisis y la coyuntura económica no te van a permitir, una vez que te retiras, tener rédito suficiente como para poder vivir de ello, yo me planteé seriamente mi futuro y yo vi en el fútbol español y en el fútbol general un barco que se estaba hundiendo. Fue entonces cuando decidí meterme de lleno en mi carrera y mis estudios, y hable con mi representante Pachucho y le comenté la idea de irme fuera. Yo quería irme a Alemania porque es una economía fuerte, aparte he tenido la suerte de irme a la zona sur que es una de las más ricas económicamente y allí, aprendiendo alemán, puede uno tener un buen futuro laboral, con un trabajo digno, condiciones y seguros sociales que hoy día solo podríamos soñar en España. Está claro que mi decisión tiene esa parte difícil del desarraigo que conlleva toda esta situación, pero en situaciones de crisis y emergencias como la que tenemos hoy día creo que fue la decisión más adecuada. No me lo pensé dos veces cuando me llegó la primera oferta, ya que todo empezó a través de un video que me hizo un buen amigo mío y Pachucho, con los contactos que tiene en Alemania, consiguió hacerlo llegar a un representante germano de origen español y él me ayudó. Me encuentro bien allí y ahora en 2015 espero empezar a buscar empleo,  pero siempre paralelo al fútbol porque es algo que no voy a dejar, que me apasiona y voy a seguir luchando por jugar en el mejor equipo posible.

—¿Es muy diferente esa categoría en la que usted milita a una Segunda B española?
—Quizás aquí en España se nos encasilló un poco con el tiki-taka y lo cierto es que son pocos los equipos de aquí que practican ese fútbol. De hecho, en Segunda B o en Tercera que es donde yo he jugado aquí en España se practica mucho el fútbol directo. Yo me hacía mi propia película sobre cómo podía yo encajar en el fútbol alemán porque soy un jugador corpulento que me gusta el cuerpo a cuerpo, prolongar una pelota, ir de cabeza. Sin embargo, cuando llegué allí me lleve una gran sorpresa porque los equipos nunca pegan un pelotazo, siempre intentan elaborar la jugada, son jugadores son muy fuertes pero a su vez son muy completos. Quizás no tengan esa excesiva técnica que suelen tener los jugadores españoles, pero la tocan bien y aparte son atletas, son gente muy fuerte. Hoy día yo creo que cualquier jugador español que vaya a Alemania, se sorprendería de ver cómo han ido evolucionando su manera de concepción del fútbol rudo al elaborado y ahí queda constatado con el reciente triunfo de la selección alemana en el último Mundial.

—¿Y se ha tenido usted que adaptar a ese fútbol de fuerza?, ¿ha tenido que coger peso o musculatura?
—Quizás no tanto eso, yo siempre he sido un nueve puro de la vieja escuela, pero a su vez soy también de los que me gustaba tener el balón, intentar regatear, dar un pase al hueco, etc., sin embargo aquí no, aquí quieren que todo se haga muy práctico, casi todo al primer toque. En ese sentido sí que me he tenido que adaptar, pero en lo que es fortaleza yo ya tengo una edad, una experiencia y hay veces que juego ya casi por inercia y tengo todos los movimientos automatizadas, pero sí que me ha costado quizás un poco más eso de no aguantarla y tener que darla de primeras.

—¿Es el único español del equipo?
—El año pasado tenía un compañero español que jugó aquí en el Écija y en el Sanluqueño, pero este año sí que estoy solo. Extranjero no soy el único porque allí hay una torre de Babel en mi equipo con griegos, turcos, chinos…, casi todos hablan alemán y eso facilita las cosas a la hora de entenderse.

—¿Y el trato de los alemanes hacia los españoles? Me comentaba que el hecho de que España ganase el Mundial les hizo cambiar el concepto que tenían de los españoles.
—En cuanto al futbolista, independientemente del resto de profesiones, sí que se les tiene en buena consideración. La marca España y el tiki-taka nos ha ayudado mucho y allí el jugador español está muy, muy valorado. Sin embargo en otros aspectos de la vida el alemán, como yo digo, hasta los ocho o diez años no te da tu sitio. Te observan mucho, sí quizás son corteses en el trato, pero al principio te dejan un poco aparte. En mi caso hasta esta temporada, y ya bien entrados en la misma, no me han dado mi sitio y ya puedo considerarme uno más del grupo. Ya le digo que, al principio, son corteses, te ayudan, pero no te dan tu lugar. Ahora es cuando estoy más cómodo con ellos y de ahí quizás que lo lleve un poco mejor, después de todas las dificultades y la complejidad que tuve al llegar.

—En cuanto al comportamiento de la afición, ¿tiene algo que ver con el de la española?
—Allí los aficionados nunca van a insultarse al campo, es más, muchos terminan el partido y se acercan para hablar contigo. Son gente muy civilizada y se escandalizan con todos estos casos que llegan de España. Yo se lo enseño a mis compañeros lo que sucede aquí y se echan las manos a la cabeza, no se lo creen.

—Comentaba que en lo deportivo le están rodando bien las cosas esta temporada después de esos primeros seis meses de adaptación de la pasada.
—Sí, este año van mucho mejor. Ha habido un hecho muy importante y ha sido el cambio de entrenador. El que estaba el año pasado llevaba diez años en el club y prácticamente con un grupo de cinco o seis jugadores en los que tenía mucha confianza y, a pesar de que yo jugaba siempre, me tenía un poco apartado. Este año ha cambiado el entrenador y el que ha llegado tiene plena confianza en mi y eso se nota. Cuando a un jugador se siente importante en el equipo todo lo rueda mucho mejor.

—Y a nivel económico, ¿hay mucha diferencia de sueldo entre un jugador de Segunda B de allí de aquí?
—Muchísima, de hecho en una categoría superior a la que estamos nosotros estaríamos hablando de cantidades de las que solo se podría hablar en España hace siete u ocho años. Allí la economía no se ha resentido y aquí nosotros hemos tenido mucho dinero por el tema de la construcción, algo que se dejó notar mucho en categorías como Segunda B y Tercera en España, ya que se pagaban sueldos que no eran lógicos. Allí todo va un poco en concordancia, si eres menos bueno ganas menos y si eras más buenos ganas más. Allí si hacemos una media entre Segunda y Segunda B podemos estar hablando de sueldos de 150.000 o 200.000 euros al año. Cualquier futbolista del San Fernando de la temporada pasada podría jugar en esas categorías y ganando esos sueldos. Muchas veces lo hablo con mis padres y mis amigos y siento que ha sido una lástima no haber llegado antes al fútbol alemán, porque un jugador joven que llegue allí con 20 años, buenas cualidades, condiciones físicas y maduro podría haber ganado allí mucho dinero, y aparte tener una formación buena, algo que allí lo tiene también muy en cuenta los clubes.

—Hay otra cuestión importante y es que allí el pago está garantizado, algo que muchas veces no sucede aquí en España y que incluso usted ha vivido situaciones de impago.
—Allí eso no existe. Hay una norma por la que el presupuesto del equipo es entregado a la Federación el primer día de competición. Eso ya te da la tranquilidad de que es la Federación la que te paga, no te paga el club. La Federación te va haciendo los pagos mensuales y no hay problemas de deuda. Otra cosa son las primas o los bonos adicionales, que eso sí te los paga el club y es gracioso porque a nosotros nos pagan esos bonos mensuales el primer jueves de cada mes y va acompañada de una pequeña fiesta que te hace el patrón, que es como se llama allí al presidente.

—¿Cómo es climatológicamente hablando la zona en la que juega?
—La verdad es que he tenido bastante suerte, de hecho hay una anécdota y es que el fichaje se hizo en apenas dos días y me fui para allá pensando de que iba a pasar mucho frío. Nada más que llevé sudaderas y ropa de abrigo y cuando llegué allí hacía 40 grados de temperatura. Además allí en pretemporada los partidos te los ponen a las tres de la tarde porque la gente trabaja y a la diez está todo el mundo durmiendo, y esa hora superando esas temperaturas tenía la sensación de que estaba haciendo la pretemporada en Camerún, lo pase mal. Allí se dan mucho los torneos de que te vas de viaje a las nueve de la mañana y vas jugando varios partidos de 30 minutos con diferentes equipos. El hecho es que en Alemania se bebe agua con gas y a mi me da mucho asco, no es tradición beber agua normal, y recuerdo que en uno de esos torneos que le he comentado antes, que fue de los primeros que jugué, no pude beber una sola gota de agua y acabé el día deshidratado.

—¿Qué echa de menos de España?
—Por supuesto la familia y quizás el ambiente que hay en los equipos. En España somos más abiertos, más campechanos con la gente de fuera, eso sí se sufre un poco al principio aquí, porque no hay la misma alegría y allí es todo más cuadriculado. También se echa mucho de menos a los amigos, en definitiva, lo que uno sabe que va a echar de menos cuando se va.

—¿Ha habido algún momento en el que ha estado a punto de tirar la toalla y volverse?.
—Sí es cierto que he tenido altibajos en los que he echado de menos a mi familia, en los que el alemán no fluía, en los que llegaba a los entrenamientos y me costaba comunicarme con los compañeros. Este año la verdad es que va todo rodado, sobre todo porque estoy a gusto futbolísticamente hablando y eso es clave. Ya le digo que el año pasado viví momentos difíciles, pero siempre tuve claro que éste era mi clavo ardiendo viendo la situación que hay en España. Entonces yo confío y estoy seguro de que en el momento en el que empiece a trabajar en Alemania y vaya todo bien, me alegraré mucho de lo que pasé durante el año pasado que fue bastante duro. De todas formas ya uno tiene una edad y he estado en muchos pueblos de Extremadura perdidos con 300 habitantes y te preguntas qué hago aquí. De esa situaciones he aprendido lecciones muy valiosas que me han ayudado en estos momentos cuando te vas fuera. Te ayudan a decir, bueno Pablo esto es un día o dos de agobio que se te van a pasar, y efectivamente pasan.

—¿Qué tendría que cambiar para que Pablo Valencia volviese a España para jugar al fútbol?
—Podría darle una respuesta diplomática, pero creo que es imposible que yo vuelva a jugar aquí al fútbol. Me tendrían que ir muy bien las cosas económicamente para que me pudiera volver despreocupado del trabajo y pueda echar mis últimos años aquí, pero no lo creo. Más que nada por la situación. Yo gracias a Dios ahora mismo no tengo ni mujer ni hijos, pero yo he visto a compañeros sufrir porque ha habido presidentes los han engañado y eso yo no quiero volver a vivirlo. Sé que el fútbol español va a tardar mucho tiempo en remontar y veo muy poco probable la opción de regresar.

Era obvio que había que preguntarle a Pablo Valencia si es posible el día de mañana que vistiera de nuevo la camiseta del San Fernando, sobre todo tras la mucho que se ha hablado en las últimas semanas de la necesidad de firmar un delantero centro. Su respuesta fue la siguiente.

“¿Sabe lo que pasa? Yo quiero mucho al San Fernando y es un equipo al que lo llevo en el corazón como creo que cualquiera de mis compañeros que jugamos fuera como es el caso de Fernando Carrelero, con el que guardo una gran relación, pero lo que sucede es que nosotros estamos un poco decepcionados con el hecho de que en aquella época no se nos brindara la oportunidad cuando teníamos capacidad y nivel suficiente, prefiriéndose traer a gente de fuera de las que no dudo de su calidad, por supuesto, pero nosotros éramos de la tierra y la gente seguro que nos hubiese querido. Estoy convencido de que hubiésemos dado un buen rendimiento, pero muchas veces quizás no son sólo los intereses futbolísticos lo que se miran, sino otros y, en ese sentido, sí que estoy un poco desencantado con lo que sucedió en aquella época con el San Fernando. Además hubiésemos salido mucho más barato por ser de aquí y hubiésemos dado mucho más por nuestro equipo. Seguramente no volvería, por mis actuales condiciones y las circustancias de mi vida, pero sí que me hubiese encantado jugar aquí y eso es algo que hablo muchas veces con mi padre. Es una de las espinitas que se me va a quedar ahí que es volver a vestir esa camiseta que ya vestí con 16 años. Ya le digo que yo soy muy del San Fernando, yo no soy ni del Barça, ni del Madrid”.

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