El Ayuntamiento quiere alicatar el malecón de Triana; construcción del siglo XVIII y de las pocas de la Ilustración que restan en pie y casi intacta del que fue el puerto más importante del mundo hasta el Siglo de las Luces.
El Plan Especial de Protección del Centro Histórico de Sevilla define el malecón como un “elemento a proteger” que “debe respetarse” y en el que sólo se deben llevar a cabo “actuaciones para mantener el carácter que actualmente dispone”. Y el Plan General de Ordenación Urbana de Sevilla prohíbe expresamente en el artículo 12.2.17 “alicatar total o parcialmente las fachadas”. A pesar de todo esto, el Ayuntamiento se obceca en llevar a cabo dicho proyecto.
En su defensa, el Consistorio se ha armado de unos argumentos nada convincentes.
En efecto, cuando se pretende realizar una actuación sobre el patrimonio y uno se enfrenta a la oposición de la Academia de Bellas Artes; de la Asociación de Defensa del Patrimonio de Andalucía; de renombrados catedráticos como D. Vicente Lleó (Historia del Arte), D. William J.R. Curtis (Historia de la Arquitectura) y D. Víctor Pérez-Escolano (Arquitectura); de eminentes doctores como D. Fernando Amores (Arqueología) y D. Julián Sobrino (Historia) y de un largo etcétera de profesionales, entonces uno o admite su error o se arma de sus mejores razones.
Ahora bien, los argumentos del Ayuntamiento son sintomáticos de la falta de criterio de este proyecto y a continuación los vamos a desmontar uno a uno:
“Harán mostrarse Triana al río como se merece”. De esta bonita pero vacía frase se intuye que el Consistorio cree que Triana actualmente se muestra de forma bochornosa, y que para dignificarla habría que maquillarla, falseando así su verdadera identidad. Esto, en palabras de William Curtis, es “banalizar la Historia”.
“Atraerá al Turismo”. De lo que se deduce que un hipotético incremento del turismo excusa la transfiguración del Patrimonio Histórico de nuestra ciudad. Rizando el rizo: ¿Por qué no alicatar la Giralda para atraer a más turistas?
“Para evitar humedades”. Alegar argumentos técnicos es un error cuando se incurre en el desconocimiento. Cuando se impide que las humedades salgan en un punto, éstas suben por capilaridad hasta quedar expuestas en otro, de manera que el problema se trasladaría simplemente a otro lugar del muro.
“Por motivos económicos”. Un argumento sólido en los tiempos que corren, pero ¿es más caro pintar o poner azulejos que cuestan 1.364 euros el metro cuadrado? Por ende, ¿cuánto costaría la sustitución de los mismos cada vez que haya destrozos por causas naturales o por vandalismo? No olvidemos que estos azulejos han de viajar desde Castellón, lo que nos lleva al siguiente punto...
“Como homenaje a la tradición alfarera de Triana”. Entonces, ¿por qué se fabrican en Castellón? Honrando la tradición, ¿por qué miden 40x40 centímetros, como las de vulgares losas de cocina, en lugar de 14x14 centímetros, como los azulejos de toda la vida?
“Porque sigue la tradición de decoración mural de azulejos en Sevilla”. ¿Puede alguien nombrar un solo ejemplo en la tradición arquitectónica sevillana, de mural exterior de azulejos de tales dimensiones que sea anterior al siglo XX? Pretender que estos murales son respetuosos con la tradición es, sencillamente, ser ignorante.
“Porque es reversible”. Cierto, siempre se pueden quitar. Sin embargo, aunque los mismos azulejos sean reversibles, no lo es el coste de los mismos. En estos tiempos de crisis, esto es despreciar el valor del erario público.
Estas son las razones por las que estoy en contra de este desacertado, inoportuno e innecesario proyecto. Esperemos que el Ayuntamiento no siga haciendo oídos sordos al clamor intelectual y popular y ponga fin a este atropello patrimonial.