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¿Cómo afecta una separación o un divorcio a los hijos de un matrimonio?

Las rupturas matrimoniales son una realidad social de nuestro país. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el año 2013 se produjeron en España 95.427 divorcios, 4.900 separaciones y 110 nulidades eclesiásticas. En el mismo año se celebraron 155.098 matrimonios

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Las rupturas matrimoniales son una realidad social de nuestro país. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el año 2013 se produjeron en España 95.427 divorcios, 4.900 separaciones y 110 nulidades eclesiásticas. En el mismo año se celebraron 155.098 matrimonios.

Las rupturas conyugales tienen consecuencias evidentes en las vidas de las dos partes de la pareja. Pero, ¿cómo pueden afectar estas mismas decisiones a los hijos, en caso de que los tengan? Paula Gordillo, psicóloga del gabinete de Carmen Serrat-Valera, especializado en esta materia, y Ana Aizpún, psicóloga clínica experta en psicoterapia familiar, han respondido a las preguntas de europapress.es.

1. ¿CÓMO AFECTA UNA RUPTURA A LOS HIJOS?


Paula Gordillo asegura que las repercusiones que suele tener un divorcio o separación pueden ser muy importantes tanto para los hijos como para la familia. No obstante, afirma que es difícil establecer consecuencias generales para todos los hijos, aunque se ha comprobado que factores como la edad, el temperamento o cómo se haya gestionado la separación o divorcio pueden determinar su tipo de reacciones y comportamientos.

Ana Aizpún señala que la ruptura siempre es una vivencia amarga y dolorosa para los hijos, aunque no tiene por qué ser una experiencia traumática por sí sola. En cambio, considera que las hostilidades y amarguras que en muchas ocasiones acompañan estos procesos sí pueden dejar secuelas en los hijos a largo plazo.

Afirma que aunque el divorcio supone el fin de un matrimonio, no es el final de la paternidad ni de la familia, y que las consecuencias negativas más comunes tienen que ver con la pérdida de sentido de familia, lo cual genera una tremenda inseguridad en los hijos.

2. ¿A QUÉ EDADES LES PUEDE AFECTAR MÁS O MENOS?

Gordillo afirma que cómo les afecte dependerá no sólo de la edad sino de otros muchos factores. Corrobora que a cualquier edad una separación o divorcio afecta a los hijos y es vivido por ellos como una ruptura de su seguridad y estabilidad, de la cual tardarán un tiempo en recuperarse.

No obstante, indica que los niños más pequeños suelen verse más perjudicados ya que no disponen de los recursos cognitivos y emocionales necesarios para aceptar y asimilar la nueva situación con facilidad. En estos más pequeños, afirma, pueden aparecer conductas regresivas, somatizaciones o dificultades para relacionarse con los demás.

En cambio, si son niños más mayores -pero aún no adolescentes-, con más habilidades verbales, suelen presentar conductas manipulativas con los padres, intentos para unirlos, problemas conductuales (como impulsividad o agresividad) o problemas de aprendizaje. Los adolescentes pueden presentar conductas desafiantes, peor autoconcepto, empeoramiento del rendimiento académico o un incremento de conductas de riesgo como consumo de alcohol o de otras drogas, asegura la especialista.

3. ¿ES ACONSEJABLE QUE RECIBAN ATENCIÓN PSICOLÓGICA?

Gordillo indica que no siempre será necesario que los hijos reciban atención psicológica, sino que esta decisión depende de muchas variables, como el temperamento, la relación entre los padres o cómo se ha llevado el proceso de ruptura.

Sí que sería aconsejable acudir a un especialista, puntualiza, si se observan cambios como problemas de sueño, empeoramiento del rendimiento académico, problemas de conducta... o si es el propio hijo el que lo propone.

Aizpún señala que el apoyo psicológico puede ser muy útil no solo para los hijos, sino para toda la familia, porque en ocasiones los padres se sienten desbordados ante estas situaciones. Asegura que el psicólogo puede aliviar y facilitar este proceso guiando a los padres y facilitando la comprensión en los hijos.

4. ¿CÓMO PUEDEN LOS FAMILIARES Y AMIGOS AYUDARLES?

Gordillo señala que los familiares y amigos pueden ayudar a los hijos contribuyendo a que se mantenga un clima positivo y seguro, libre de rivalidades entre familias y de juicios sobre alguno de sus padres. Añade que es importante que con la separación o divorcio no desaparezca la estructura familiar que da estabilidad, soporte y coherencia a la vida de los hijos.

Aizpún corrobora la importancia de transmitir seguridad y estabilidad y de evitar mensajes negativos sobre el 'otro' cónyuge. Además, sugiere que lo mejor que pueden hacer los familiares es transmitir los mismos valores que los padres.

5. ¿ES ACONSEJABLE EXPLICARLES LA RUPTURA?

Ambas especialistas coinciden en que sí. Gordillo asegura que es importante que los hijos sepan qué está pasando en su familia y cómo será su situación a partir de la separación de sus padres, para poder así disminuir la incertidumbre y reducir la carga emocional que supone este cambio.

La información, apunta, siempre deberá estar adaptada a la capacidad de entendimiento de los hijos, ser clara, respetuosa y siempre que sea posible, que estén los dos padres presentes y en armonía.

Gordillo añade que la forma y el momento en el que se transmite la noticia a los hijos es uno de los puntos más importantes de todo el proceso, por lo que si tienen dudas sobre cómo hacerlo o no están preparados para hacerlo, es conveniente que se consulte a un especialista antes de hablar con los hijos.

Si se les trata de consolar, indica, los argumentos que se utilicen por los padres u otras personas tendrán que ser claros y estar adaptados para que el niño no se sienta perdido ni pueda malinterpretarlos. Sugiere que tienen que quedarse con el mensaje de que ellos no son los culpables y que aunque se haya roto la pareja, no se ha roto la familia. Pero de nada sirven las palabras y argumentos, advierte, si no van acompañadas de los comportamientos adecuados; es decir, los mensajes deben ser coherentes con los actos.

Aizpún señala que los padres deben verbalizar de manera explícita y repetida que el divorcio es un problema de los 'adultos' y que en ningún caso ellos tienen la culpa. También es importante, añade, que los niños sepan qué es lo que está pasando y por qué, en la medida que su edad lo permita. Las explicaciones deben ser concretas, puntualiza, y deben englobar qué cambios va a suponer para el hijo lo que va a ocurrir.

  6. ¿ES ACONSEJABLE QUE LOS PADRES ESCUCHEN A SUS HIJOS?

Las dos psicólogas coinciden en que sí. Gordillo explica que los niños y adolescentes suelen encontrar dificultades para expresar con palabras sus sentimientos, preocupaciones… pero que hablar con ellos y sobre todo escucharles, siempre que sea posible, supone una experiencia enriquecedora tanto para padres como para hijos.

Añade que es importante que estas ‘charlas’ no sólo se tengan durante el proceso de ruptura, sino que se conviertan en un hábito familiar, puesto que es probable que a medida que el niño vaya creciendo aparezcan nuevas dudas, sentimientos o inquietudes sobre la nueva situación familiar.

Aizpún indica que mientras los niños son niños necesitan unos padres que les guíen, les hablen, les escuchen, les ayuden... Durante un proceso de divorcio o separación, asegura, los niños necesitan a sus padres más que nunca.

Afirma que es fundamental escuchar a los hijos y animarles a que expresen cómo se sienten y qué miedos les surgen haciéndoles preguntas acerca de sus preocupaciones, sus dudas y sus opiniones. Sugiere que la escucha, la compañía y la paciencia deben ser pruebas de que los padres siguen presentes para ellos.

Aizpún explica que es muy común que los niños vivan con culpabilidad el divorcio y crean que hay algo que ellos han hecho o que ‘podrían hacer’ para que las cosas fueran distintas. La escucha servirá, por tanto, para identificar si el niño está viviendo algo de esto y poder tranquilizarle.

Normalmente no es fácil porque, según explica, los padres están pasando por un momento difícil en el que, además de lidiar con sus propios sentimientos de dolor, tristeza, enfado, miedo o estrés, deben ayudar a que sus hijos procesen lo que está ocurriendo de la manera más saludable posible.

  7. ¿QUÉ CARACTERÍSTICAS DEFINEN A LOS HIJOS DE PADRES SEPARADOS?

Gordillo afirma que la separación supone un impacto emocional muy fuerte en los hijos y que si no se les ayuda a manejarlo y afrontarlo de forma adecuada, puede dar lugar a importantes problemas a nivel académico, conductual, social e incluso llegar a afectar a su salud tanto mental como física.

Añade que una vez que se ha vuelto a la `normalidad´ y los hijos han aceptado y asimilado la nueva situación, su entorno se ha vuelto seguro y han reestablecido sus rutinas, no tiene por qué haber grandes diferencias entre un hijo de padres separados y otro cuyos padres permanecen juntos.

Aizpún no considera que exista un patrón puesto que en función de cómo se viva la ruptura la experiencia será diferente. Explica en este sentido que no es lo mismo un divorcio en el que uno de los padres ha abandonado a la familia o en el que uno de los miembros de la pareja era abusivo con el otro que un divorcio en el que han existido unos mínimos márgenes de respeto.

 

  8. ¿CUÁNTO TIEMPO PUEDEN PERDURAR LAS CONSECUENCIAS EMOCIONALES?

Gordillo señala que aunque es difícil establecer un periodo de tiempo exacto, suele ser pasado uno o dos años cuando las consecuencias emocionales están prácticamente superadas. Esto ocurre, precisa, siempre y cuando el proceso de separación o divorcio y la nueva reestructuración vital se hayan hecho de forma adecuada.

Si, por el contrario, los hijos han sido sometidos a elevados niveles de estrés por no haber manejado la separación de forma constructiva, es probable que las consecuencias perduren en el tiempo, explica la especialista.

Aizpún pone en valor que los estudios realizados al respecto sugieren que los niños se adaptan mejor al divorcio o separación de sus padres cuando el nivel de hostilidad (tanto explícita como implícita) que hay entre ellos es menor.

En este sentido, destaca que si los padres pueden reducir el nivel de conflicto y mantener un clima de respeto y dignidad hacia el otro estarán propiciando un clima de estabilidad emocional en el que el niño puede permitirse sentir y expresar.

Muy diferente, advierte, es la experiencia de un niño que ve cómo sus padres se meten en una escalada de violencia en la que se hacen daño o cómo una de las partes se desmorona y desatiende sus obligaciones paternas. Apunta a que los padres son los principales modelos de comportamiento de un hijo, incluso ejemplos de cómo afrontar conflictos y dificultades.

Aizpún señala que las repercusiones a largo plazo normalmente son de tipo emocional. Existe un riesgo de cambio de roles familiares. Por ejemplo, uno de los cónyuges puede 'apoyarse' en exceso en sus hijos buscando en estos el apoyo emocional, el sostén, la comprensión o la compañía que necesita de su cónyuge o de otros adultos.

Esto no es bueno: es fundamental, dice la experta, que los hijos sigan siendo hijos y puedan seguir contando con sus 'padres protectores'. En este sentido, advierte de que si los hijos se convierten en 'parejas' de los padres asumen responsabilidades que no les corresponde.

Otra situación compleja, alerta, se produce cuando los padres, consciente o inconscientemente, utilizan a sus hijos como 'arma arrojadiza' frente a su ex. Explica que así se transmite al hijo un mensaje de amor "condicionado y utilitario" que genera mucha frustración y enfado.

 

  9. ¿HAY RELACIÓN CON FRACASOS ESCOLARES DE LOS HIJOS?

Gordillo responde que han sido muchas las investigaciones que han concluido que las separaciones o divorcios pueden afectar al rendimiento escolar de los hijos. Señala que es frecuente que el estrés que sufren durante el proceso dé lugar a fracaso escolar o problemas de conducta en el aula (como absentismo, enfrentamientos con compañeros o profesores...)

Preguntada también sobre si existe relación con conductas promiscuas, indica que existen estudios que consideran la promiscuidad una consecuencia del divorcio, si bien los datos no son concluyentes y además el número de casos estudiados es poco significativo. La mejor forma de prevenir estos problemas y otros muchos que pueden aparecer, apunta, es no desatender a los hijos en ningún momento.

Aizpún señala que los niños 'somatizan' lo que viven en su ámbito más cercano, el colegio. Afirma que cuando un niño lo está pasando mal es probable que baje su capacidad de concentración, de autocontrol, de atención... y que esto repercuta en su rendimiento escolar.

Pone el símil de los adultos: cuando se pasa un momento complicado, probablemente el rendimiento laboral también bajará. Considera que padres y educadores pueden estar atentos para acompañar al niño durante estos momentos más difíciles y para minimizar las repercusiones negativas.

 10. ¿CÓMO LES PUEDE AFECTAR UNA NUEVA RELACIÓN DE SUS PADRES?

Gordillo afirma que el inicio de una nueva relación por parte de cualquiera de los padres supone un cambio muy importante en la vida de los hijos, y que por eso la adaptación a esta nueva situación puede alargarse en el tiempo o llegar a volverse muy complicada.

Mientras se va normalizando y asimilando esta nueva realidad, asegura la psicóloga, es probable que la nueva pareja sea considerada como una extraña que quiere sustituir al padre/madre ausente. En esto casos los celos y rivalidades pueden aflorar, desencadenando disputas y conflictos que tendrán que aprender a regular y neutralizar los hijos pero sobre todo los adultos, indica.

No obstante, considera que si este proceso se hace de forma constructiva y positiva, estos sentimientos de odio y rechazo acabarán convirtiéndose en respeto mutuo y aceptación. Recomienda ganarse el respeto y la confianza de los niños, no intentar sustituir al padre o a la madre y delimitar bien los roles en la familia. También señala que normalmente cuanto más pequeños son los niños más sencillo les resulta crear nuevas relaciones y adaptarse a los cambios.

Aizpún reafirma que las nuevas relaciones de los padres pueden suponer una amenaza para la estabilidad y seguridad de los niños, que pueden temer sentirse reemplazados por ese nuevo adulto que entra en sus vidas.

Asegura que los niños en ocasiones guardan esperanzas de que se produzca una reconciliación entre los dos padres y la aparición de una nueva relación supone para ellos un choque con la realidad. Por eso, considera este un tema que debe ser abordado con delicadeza y cuidado.

Precisa que por muy doloroso que pueda resultar para uno de los padres, es importante evitar hablar en términos negativos de la nueva pareja o de la relación. Los niños necesitarán esta seguridad para poder permitirse acoger y aceptar a esta nueva persona en sus vidas, lo que es necesario para su tranquilidad y bienestar emocional.

Por otra parte, añade, los padres deberán actuar de manera sensata, no apresurándose a presentarles a sus hijos a su nueva pareja hasta que esta no sea una relación significativa; ayudará siempre introducir a la nueva pareja de manera gradual. Por último, señala que es aconsejable hablar con los niños modulando el discurso en función de su capacidad de comprensión.

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