El ataque ocurrió en la localidad de Ghalanai, cabecera de la demarcación tribal de Mohmand, en la oficina del jefe de la Administración Política de la región, informó una fuente de la Policía local, que cifró en 38 el número de víctimas mortales y en 60 los heridos.
De acuerdo con esta versión, dos terroristas hicieron estallar las cargas explosivas que portaban en las instalaciones, cuando en ellas se encontraban reunidos miembros de una delegación política y líderes tribales pertenecientes a un comité de paz antitalibán.
Las fuerzas de seguridad se desplegaron en la zona tras las explosiones e impusieron el toque de queda, mientras que los heridos fueron evacuados, según los medios paquistaníes, que informaron de la muerte de dos periodistas paquistaníes en el atentado.
Dada la ausencia de buenos centros médicos en el lugar, muchos de los heridos fueron trasladados a hospitales de las ciudades noroccidentales de Peshawar y Charsada, ubicadas en la adyacente provincia de Khyber-Pakhtunkhwa.
En un comunicado oficial, el primer ministro paquistaní, Yusuf Razá Guilani, condenó el ataque, que calificó de “acto inhumano y brutal” de “insurgentes que no tienen respeto hacia ninguna religión”.
Mohmand es una de las siete demarcaciones que forman las áreas tribales administradas federalmente (FATA), un territorio inestable y limítrofe con Afganistán, habitado por tribus de etnia pastún, que nunca han estado bajo completo dominio del Estado y en el que buscan refugio numerosas facciones talibanes y otros grupos extremistas.
El pasado julio, ya se registró otro gran atentado en la localidad de Yakaghand, también en Mohmand.
En aquel entonces, las explosiones provocadas por dos suicidas contra una sede gubernamental causaron la muerte de al menos 52 personas y heridas a un centenar.
Las fuerzas de seguridad paquistaníes lanzaron en verano de 2008 una gran operación contra la insurgencia talibán en la demarcación y en diversas ocasiones el mando militar ha asegurado que el área ha sido “limpiada” de integristas, pero los sucesos violentos siguen registrándose con frecuencia.
“Las áreas tribales son la conquista de la insurgencia talibán, por eso luchan contra todo lo que suponga una amenaza para que puedan seguir manteniéndose en el lugar”, expuso una fuente de seguridad occidental.
El Ejército paquistaní combate actualmente a los insurgentes en numerosos frentes de las FATA y el noroeste, pero una de las frecuentes críticas de los analistas es que las operaciones no sirven para debilitar al movimiento, sino para desplazar a los integristas de una zona a otra.
En muchas de estas regiones, las fuerzas que toman parte en las ofensivas no son miembros del Ejército regular.