El titular evoca las de los éxitos del verano. Fueron las primeras que no eran de cantidades ni de recados. Esta columna, sin embargo las rescata con un contenido distinto. Termina enero y entre cuantas arrastra desde diciembre, las que siguen a las rebajas son las de los libros de lectura obligada. Raro es el día que no aparecen ocupando su espacio en casi todos los periódicos digitales. Es una forma de alargar el filón aparecido durante el confinamiento. Cierto que la lectura se ha incrementado en la línea favorita por el lector, es decir, las aventuras, la ficción histórica o la novela romántica permanecen entre otros títulos, porque las citadas listas se actualizan casi todas las semanas.
A este respecto, hace unos días apareció un artículo sobre la lectura y la elección del lector por la misma línea o el mismo tema llegado a la adultez. Es cierto que la lectura empieza como curiosidad, una bendita adicción que termina formando parte de nosotros hasta el punto de extraviar el momento en que nos atrapó, que se afianza como hábito antes o durante la adolescencia para no abandonarnos. Recordemos esos títulos que nos marcaron y aquellos otros que, sujetos al programa educativo, nos aturdieron por nuestra escasa madurez, y cómo, pasado el tiempo, en la relectura descubrimos aquella arista que nos dificultó la comprensión. El otoño del patriarca, Niebla o Rayuela, por ejemplo, no se disfrutan igual a los quince años que a los treinta. Por tanto, resulta un poco chocante pensar en ese acomodamiento, precisamente porque el bagaje literario nos hace selectivos, exigentes y al mismo tiempo sensibles al enamoramiento de una historia.
Si hiciéramos una lista con nuestras preferencias, veríamos cómo han ido variando a lo largo de los años, incluyendo títulos y autores menos o nada comerciales que se han ganado nuestra predilección, porque su lectura va más allá de la curiosidad. Sin embargo, hay lectores que han decidido seguir su línea primigenia llegando a ser lectores de género y en ella han visto su propia evolución.
Son estas listas las que nos demuestran las preferencias en función de las ventas, claro está. Como saben, no son únicas ni definitivas, pero sí orientativas sobre el panorama lector, cuyo resultado es bastante bueno a pesar de la persistente y confusa afirmación de todo lo contrario.
Sea como fuere, la lectura siempre sorprende, porque se deja abrazar por el momento.
Ánimo y prudencia.